viernes, 2 de abril de 2010

"Tornado". Zulema de la Cruz

IV. Análisis estructurado a partir de la tripartición:


Sintáctica, semántica y pragmática

2.2 Dimensión Semántica

Para entender el contenido del texto musical es necesario poseer el código correspondiente, por lo que se debe confrontar el código resultante de las circunstancias y el contexto [1] en el que se generan la obra estudiada, con el contenido de la misma. No limitar el contexto al texto musical, sino extenderlo a todos aquellos que comparten con la música un lenguaje de características simbólicas, con el fin de corroborar el valor semántico de los símbolos musicales estudiados. Es por ello que se pasa a realizar una libre "traducción simbólica" del arremolinado dragón de la atmósfera. 

Los tornados, inmenso túnel de aire, son círculos de turbulencia sin compasión, sin tolerancia ante lo que preste alguna resistencia a su paso. El tornado y su fuerza devastadora nos inspirarán un acercamiento simbólico, lleno de inclusiones mitológicas y filosóficas.

“¿Qué figuras puede emanar el embudo arremolinado cuando le permitimos rodar dentro de un pensamiento nutrido por símbolos?”[2] 
En su furioso desplazamiento nos puede ofrecer los rasgos de un árbol vacilante coronado por ramas de oscuras nubes, trepidantes y frenéticas, o también puede mostrarnos un volcán invertido donde la columna de aire en rotación configura la exhalación magmática que erupciona en una pequeña porción del suelo. Lo que domina a estas figuras ideadas es el movimiento circular: El girar de los vientos más veloces de la tierra en torno a un centro.

En las mitologías ancestrales, el universo surge de un centro creador y cumple su ciclo de vida, en donde al final se destruye generalmente por el fuego y es después que regresa al vientre del centro que emanará un nuevo universo. Tal es lo que acontece en el ciclo cosmogónico hindú, el maya quiché, el mataco, o la filosofía estoica romana.

El centro es así fuerza de emanación, creación, y también poder de atracción, inhalación que succiona las cosas y les impone la disgregación, anterior a la recreación. El tornado después de la destrucción, siempre propicia la recreación de lo destruido; la tierra arrasada, despojada de su vegetación, también renace de nuevo. 

El poder destructor del tornado se arroja sobre un lugar particular, no es indiscriminado sino selectivo, preciso.[3] Su capacidad selectiva es semejante a la descarga de la electricidad fulminante de un rayo que simboliza la fuerza celeste que fustiga un sitio exacto. Los embates precisos del tornado y el rayo, son formas de una agresión con las que el cielo evidencia su superioridad y su poder sobre la tierra y sus criaturas. En esta asimilación, el cielo se une con la tierra pero desde una turbulencia destructiva.

Pero el tornado no sólo es centro en la geometría del espacio, también es, en referencia a una posible figura simbólica, manifestación del túnel sagrado. Túnel vertical de aire que asciende desde la faz del suelo hacia la cumbre del firmamento y es capaz de enlazar seres y cielos de mundos diversos. En el simbolismo ancestral, a través del túnel, se enlaza lo profano y lo sagrado. Unión entre lo superior (cielo divino), y lo inferior (tierra humana). Esta unión, comunicación de la tierra con el cielo nos puede sugerir formas verticales: montaña, árbol, escalera, soga, túnel... 

En la mitología de los mayas, desde el corazón de la bóveda cae un cordón umbilical. Trece cielos componen el firmamento. El dios del piso trece corresponde al Ometeotl de los nahuas, el dios ombligo del mundo, el más alto de los cielos. Desde Ometeotl surge una soga o cuerda, que une la cúpula celeste con la tierra. 

Los chamanes de la tribu australiana Wuradjeri, usaban su propio cordón umbilical como soga mágica, lo que les podía otorgar la facultad de subir hasta el mundo de los espíritus. Unían así lo terrestre con el cielo divino. 

En la estela maya de Izapa se representa a un viejo dios de cuyo ombligo sale un cordón que es una serpiente que, tras dar una vuelta completa, sube hacia las alturas. Muchos africanos creen que el cordón umbilical puede unir cielo y tierra y después metamorfosearse en una serpiente. 

En el tornado bailan diversas figuras simbólicas: el centro, la creación y la recreación; el túnel de aire y su comunicación de lo alto y lo bajo; el dominio celeste del rayo; la integración mágica del cielo y la tierra mediante la estampa alargada del cordón umbilical que también es soga y serpiente. 

Pero el efecto más nítido del viento arremolinado, es el regreso al miedo primordial del niño. Los fenómenos destructores retrotraen al hombre a la indefensión, a la desorientación infantil. En el día, el niño intenta fraguar figuras asimilables, controlables, pero en la noche, las tinturas sombrías del cielo nocturno le atemorizan, lo ahoga en un miedo primordial ante lo oscuro. La conciencia adulta del ser civilizado anhela gobernar lo que nace de la altura del cielo, la profundidad de la tierra y lo impredecible del tiempo, pero todo ello solo pertenece a las reinas de la noche, a las divinidades que reinan entre los nervios umbríos de la noche: la Señora Luna, las Moiras y las Normas, divinidades dueñas del destino y hacedoras de diseños misteriosos e insondables.

"Las Señoras pronuncian un nombre, una palabra con vigor, y los vientos se anudan, enroscan y rozan sus escamas como reptiles enloquecidos: El tornado nace y avanza.
…Y entonces lo oscuro es viento. Viento arremolinado que propaga miles de dedos crispados, ásperos, que retoma los hilos que le pertenecen al tiempo y la noche y al poder que, sin que la ciencia lo alcance a comprender, se oculta en el centro del tornado. Que gira. Gira. Gira mientras apresa todos los tejidos. Y hace rodar sus gritos en el aire".

En la actualidad, a menudo se demanda que analicemos las obras musicales por encima de su contenido intrínseco. De acuerdo que en la creación artística ocurre también aquello que no se piensa y que no hay otra forma para dar a conocer ese contenido musical, pero opino igual que Benoît Duteurtre[4], que alude al absurdo que ha llegado la música del siglo XX a la hora de realizar los comentarios sobre las obras que contiene. 

Soy una firme partidaria del análisis como medio de conocimiento, y reconozco su aplicación práctica en la realización musical, por ello considero que el único modo de acercarnos con objetividad a una obra musical es a través de su análisis, y en esta dimensión semántica que nos ocupa debemos también prestar atención a los comentarios de la autora respecto a su obra, lo que nos permitirá establecer puntos de partida para la interpretación semántica de los elementos lingüísticos ya tratados en la dimensión sintáctica. 

En el disco “Saxofonía, ocho compositores españoles”, de Juan Blasco- saxo, y Sebastián Mariné- piano, grabado en el Auditorio Ciudad de León en julio de 2004, se encuentra esta obra interpretada por Juan Blasco y en la que la propia autora nos comenta, 

"Los torbellinos son estructuras fluidas coherentes que forman un tubo y giran sobre sí mismos absorbiendo lo que les circunda. Su capacidad de giro está caracterizada por la vorticidad. Estas estructuras aparecen en las escalas más elementales y pequeñas, en los núcleos de los átomos, y sorprendentemente, invaden toda la naturaleza hasta llegar incluso a las escalas gigantes contenidas en la galaxias. Los tornados son un tipo de torbellino. Esta obra nace de la observación de este fenómeno". 

Tomando como referencia las palabras de Zulema, la forma estructural de la obra viene determinada por el título de la misma, que evidencia el discurso musical en una técnica descriptiva. Pasemos a analizar las características más comunes para identificar un tornado, que se hallan presentes en su trabajo compositivo. 

Hemos mencionado que este fenómeno se caracteriza por vientos, se produce a raíz de una rotación de aire de gran intensidad y de poca extensión… ¿Qué mejor manera para describir un tornado que utilizar un instrumento de viento como el saxo tenor[5] en la interpretación de la obra?

Zulema explota las posibilidades del instrumento y crea una atmósfera muy especial, apropiada a la temática de su composición. “La gran libertad tímbrica del saxo, permite obtener una gran maleabilidad en su producción sonora.”[6] 

Pudiéramos pensar que es una casualidad que fuese compuesta entre mayo y junio, época en la que el tornado, “vientos ebrios de furia”, aunque puede nacer en cualquier momento del año, generalmente se manifiesta en abril, mayo, junio y julio cuando el clima comienza a cambiar de frío a caliente. Su máxima ocurrencia es durante el verano en las latitudes medias. 

Y si no fuese una casualidad, podríamos concretar aún más la obra en referencia a que los tornados pueden originarse a cualquier hora del día, pero con mayor frecuencia durante la tarde entre las 2:00 p. m. y 8:00 p. m., esto se relaciona con el máximo calentamiento diurno de la superficie terrestre, ya que las altas temperaturas contribuyen a la inestabilidad atmosférica y a la formación de tormentas, que generalmente conducen a la generación de tornados. 

Aunque este fenómeno puede producirse en diversas regiones del mundo los tornados más frecuentes y poderosos irrumpen en Estados Unidos. Cabe recordar como dato importante, los hechos extramusicales que rodean a la obra. Ésta fue escrita con motivo de un congreso de saxofones en Canadá, y la fuerte vinculación de la compositora con este país, donde se produjo su decisiva conversión a la música electroacústica. 

La formación del tornado es visible por la presencia de polvo que es succionado de la tierra y por la condensación en su centro de gotitas de agua que nacen en las bases de las nubes y descienden hacia la superficie. “Tierra y Agua”, elementos primarios de la naturaleza que junto con el “Aire” han estado presentes en el recorrido de las obras de Zulema. Obras como “La fuerza de la tierra” o “La luz del aire” dan muestra de esto. 



Muchas de las civilizaciones antiguas se preguntaron por los constituyentes elementales de la materia, llegando a una respuesta similar de que todos los cuerpos están compuestos por sólo cuatro elementos: “agua, aire, tierra y fuego”. Algunos asociaban distintas formas y tamaños con los átomos de cada elemento: por ejemplo, los átomos de agua serían esferitas perfectas que les permitirían deslizarse unas sobre otras, mientras que los de tierra tendrían formas irregulares que los ayudarían a trabarse entre sí dando más rigidez a la sustancia de la que participaran. Aristóteles, en particular, se adhería a esta teoría, pero agregaba un quinto elemento o quinta esencia: el éter, que formaba la esfera celeste. Es interesante notar que existe un paralelismo entre los cuatro elementos y las formas en que la materia puede presentarse: “fuego”: energía, “agua”: líquido, “tierra”: sólido y “aire”: gaseoso. 

El concepto de estos cuatro elementos primordiales fue mantenido durante siglos. Los egipcios y los árabes experimentaban y manipulaban sustancias en busca de combinaciones útiles para ramas tan diversas como la Medicina, los cosméticos, la metalurgia o el embalsamamiento. 

En Europa, durante la Edad Media, los alquimistas fueron los herederos de esta tradición. La idea básica que manejaban era la de la transmutación. Esto implicaba la alteración de las proporciones de los cuatro elementos fundamentales presentes en una sustancia para obtener otra diferente lo que sentó las bases de lo que sería más tarde la experimentación química. 



En las obras de Zulema de la Cruz también se denota una “experimentación musical” con los elementos de la naturaleza; en los últimos años se deja inspirar por la luz y sus especies: “La luz del aire”, “El color del cuarzo” o la obra para guitarra “Colores"…en un tornado la nube, es de color blanco o gris claro cuando el embudo permanece suspendido de la nube madre, cuando éste hace contacto con la tierra se presenta de un color gris oscuro o negro debido al polvo y escombros que son succionados del suelo por el violento remolino.

El “color” es otra presencia constante. Repasemos en el recorrido de sus obras, que la única referencia temática de “El Color del cuarzo”, según la propia autora, está en el negro que representa lo nocturno y nostálgico, y es una referencia a una melodía de los “Nocturnos de la Antequeruela” de García Abril. ¿En “Tornado” la presencia del color negro pudiera significar una perseverancia hacia su maestro Antón García Abril? ¿Es una referencia temática? 

A la pregunta “¿Se siente identificada con algún compositor?” que Rafael Banús le hace en su entrevista, Zulema aclara, 

"Yo me siento identificada con los compositores de mi generación, que va desde José Luis Turina, que es mayor que yo, hasta otros más jóvenes.


Nosotros no rompimos con nada, sino que nos liberamos bastante de todo eso y hemos hecho lo que hemos querido. Y los que son más jóvenes se han liberado más aún. Admiro mucho a mis maestros españoles, y entre los extranjeros a Ligeti y a Lutoslawski".

Poco antes de las obras mencionadas, buscaba la inspiración mirando al cielo: “Erídano”, “Phenix”, “Solana”, “Fugaz”… en la obra “Tornado” evidentemente también mira al cielo. 

La obra tiene una duración aproximada de 05 minutos, 29 segundos, una duración breve que conecta con la idea de que los tornados se generan de forma rápida, y su vida suele ser corta, por lo que no pueden ser previstos con mucha anticipación y esto aumenta su peligro. Es devastador el efecto de los trozos de materiales que son arrojados por el viento; su efecto “explosivo” se produce por la repentina diferencia de presión que se ejerce cuando el “ojo” o "centro" del tornado pasa por los obstáculos que se encuentra en su camino. En relación con los daños ocasionados por la intensidad del viento máximo asociado con un tornado, se creó la escala Fujita (F), elaborada en 1957 por T. Theodore Fujita de la Universidad de Chicago. Hay 6 grados, del 0 al 5, y se antepone una "F" en honor a su autor:[7] 


Intensidad            Velocidad del Viento            Daños
F0                        60-100   Km/h                       Leves
F1                        100-180 Km/h                       Moderados       
F2                        180-250Km/h                        Considerable  
F3                         250-320 Km/h                      Severos
F4                         320-420 Km/h                      Devastadores
F5                         420-550 Km/h                      Increíble




Tornados Débiles: F0 y F1. Son el 69% del total, provocan el 5% de los casos fatales y duran entre 1 y 10 minutos. Tornados Fuertes: F2 y F3. Son el 29%, el 30% de todas las muertes y duran más de 20 min. Tornados Violentos: F4 y F5. Son el 2% del total, provocan el 70% de las muertes y pueden durar más de una hora. 

El Tempo indicado al comienzo de la partitura “Tornado” es Agitato, negra =144 ca. Relacionando estos datos con las características anteriormente citadas, se puede pensar que la autora intenta describirnos un tornado débil (F0 o F1) cuya duración oscila entre 1 y 10 minutos; se ha indicado que la obra tiene una duración aproximada de 5 minutos. 

Además, en la tierra el movimiento del tornado es errático, cambiante, impredecible, cuyo ancho puede variar desde unos treinta centímetros hasta casi un par de kilómetros, siendo sus efectos temibles por la violencia que alcanzan sus vientos circulares. A través de la música, Zulema de la Cruz lo detalla en la extensión de 188 compases en los cuales, 

"Una primera y una última sección, basadas en movimientos circulares


cromáticos ascendentes y descendentes, encuadran la sección central.
Esta parte central corresponde al centro del vórtice. En él se concentra
toda la verticidad, y sin embargo la calma absoluta, el llamado ‘ojo del 
tornado’. Los sonidos tenidos que se transforman en multifónicos 
conforman la representación musical de ese ‘ojo del tornado’ y nos 
conducirán a la melodía generadora de la sección." [8] 

Dentro de esta dimensión del estudio semiótico se integran un cuadro comparativo entre los atributos de la obra y los de un tornado, elementos que remiten a la relación obra/temática, y así nos permite deslumbrar el estudio del signo con todas las circunstancias que concurren para su uso. 

    
Marcas de la obra


     Características de un tornado
- Instrumento: Saxo  tenor cuya gran libertad tímbrica crea una atmósfera muy especial apropiada a la temática de la composición.

    - Fenómeno meteorológico
       caracterizado por vientos que
       gira desde una formación
       nubosa densa en forma de
       embudo. 


- Compuesta entre mayo y junio.
 - Generalmente se manifiesta  cuando el clima       comienza a cambiar de frío a caliente.



- El origen de la obra tiene como finalidad un congreso de saxofones en Canadá.

- Los tornados más frecuentes y poderosos irrumpen en Estados Unidos.

- Inspirada en la “Tierra y Agua”, elementos primarios de la naturaleza que junto con el “Aire” han estado presentes en el recorrido de las obras de Zulema.


- La formación del tornado es visible por la presencia de polvo que es succionado de la tierra y por la condensación en su centro de gotitas de agua que nacen en las bases de las nubes y descienden hacia la superficie.
- Inspirada en el “color” que es otra presencia constante
- En un tornado la  nube, es de color blanco o gris claro cuando el embudo permanece suspendido de la nube madre, cuando éste hace contacto con la tierra se presenta de un color gris oscuro o negro debido al polvo y escombros que son succionados del suelo por el violento remolino.


-El Tempo indicado al comienzo de la partitura “Tornado” es Agitato,  negra =144 ca.

- Tornado débil:
Intensidad        Velocidad del viento                
F0                    60-100   Km/h                       
F1                   100-180 Km/h  
- La obra tiene una duración breve, aproximadamente 05 minutos, 29 segundos.
-  Los tornados se generan de forma rápida, y su   vida suele ser corta.
La duración de un tornado débil (F0 o F1) oscila entre 1 y 10 minutos


- Extensión de 188 compases.

 - En la tierra el movimiento del tornado
   es errático, cambiante, impredecible,
   cuyo ancho puede variar desde unos
   treinta centímetros hasta casi un par de
   kilómetros.


[Continúa...]

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[1] Según Umberto Eco, contexto es el ambiente en el que una expresión se da junto con otras expresiones pertenecientes al mismo sistema de signos. Una circunstancia es la situación externa en la que puede darse una expresión junto a su contexto. Eco, Umberto. Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen, 1990. 393 p. Palabra en el tiempo 214. 
[2] Ierardo Esteban: Las figuras del tornado, en Temakel, http://www.temakel.com/geoceletornado.htm
[3] Un tornado puede devastar una sólida construcción y dejar incólume una vivienda de materiales precarios. 
[4] Duteurtre, Benoît: Rèquiem pour une avant-garde. Ed. Robert Laffont, París 1995. 
[5] Su creador fue el fabricante de instrumentos belga Adolphe Sax que lo patenta en 1846. Instrumento cónico, de viento o aerófono fabricado generalmente en latón que consta de una boquilla con una única caña al igual que el clarinete. Hay diferentes tipos de saxofón según el tamaño y el sonido que emiten. 
El lenguaje de sus sonidos surge desde la embocadura y una pesada columna de aire en el interior de un tubo. La longitud de éste determinara el sonido básico. 
[6] Artículo de Marie-Bernadette Charrier, aparecido en el periódico “Saxophone” en U.S.A. (Febrero 2001). 
[7] Fuente: Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera. 
[8] Comentario de Zulema de la Cruz en el disco “Saxofonía, ocho compositores españoles”, de Juan Blasco- saxo, y Sebastián Mariné- piano, grabado en el Auditorio Ciudad de León en julio de 2004. 






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