El siglo XXI. Comentario analítico realizado por los alumnos del Conservatorio Profesional de Música de León “José Castro Ovejero” (Mayo de 2011)
Mediante el análisis musical de obras de compositores españoles e hispanoamericanos del siglo XXI, se pretende enriquecer a los alumnos a través de una estrategia de indagación, motivadora para que realicen su propia aproximación a la comprensión musical, siendo protagonistas de su aprendizaje por descubrimiento.
Se reseña como pautas de actuación, reconstruir el mundo sonoro imaginado por el compositor, desarrollar un sentido crítico en cuanto a la estética sonora y, valorar la riqueza expresiva de las distintas formas de expresión musical.
El análisis se ha centrado en el estudio de un reducido número de obras de diferentes compositores:
- “Carmen Replay”. David del Puerto
- “Modelagem x- A”. Edson Zampronha
- “Rosmarinus”. Paco Toledo
- “Maktub I”. Mª José Arenas Martín
- “Movimiento para violín y orquesta de cuerda (2010)”. Carlos Perón Cano
- “Pájaros en la Catedral de Salamanca”. Jesús Ángel Rodríguez Recio
- “Pasión ensordecedora”. Pablo Aguirre
En nombre de los alumnos que han participado en cada uno de los comentarios analíticos propuestos y, como profesora de la asignatura de Armonía, Análisis y Fundamentos de Composición, deseo mostrar mi agradecimiento a cada uno de los compositores que amablemente han ofrecido su tiempo al alumnado con aportaciones muy valiosas. Desde el conservatorio de León,
¡GRACIAS!
“Pájaros en la Catedral de Salamanca"
Comentario analítico realizado por Carlos Blanco Recuero, alumno de Análisis 6º de Enseñanzas Profesionales. Conservatorio Profesional de Música de León “José Castro Ovejero”.
EL COMPOSITOR
Jesús Ángel Rodríguez Recio (n. Crémenes. León), pianista, compositor y musicólogo.
Realiza diferentes cursos de perfeccionamiento en composición, análisis, instrumentación, música electroacústica, dirección coral e improvisación, con profesores como Adolfo Gutiérrez Viejo, Emilio Molina, Luca Chiantore, Walter Fähndrich, Roland Moser, Erik Oña, Georg Friedrich Haas o Beat Furrer.
Como intérprete de piano, órgano y clave, realiza numerosos conciertos junto a diversas orquestas y agrupaciones corales, como la Orquesta del Conservatorio de León, el Coro Ciudad de León, el coro de cámara Capella del Grill de Suiza, o la Orchester der Kammeroper im Rathaushof de la ciudad alemana de Constanza. Es solicitado en numerosas ocasiones como pianista acompañante de solistas instrumentales y vocales, comprendiendo su repertorio un amplio abanico de estilos y épocas, que van desde la música antigua hasta la contemporánea.
Sus composiciones han sido estrenadas en numerosos festivales, X, XII, XIV y XVIII Festival de Música Española; IV y VIII Ciclo Jóvenes Intérpretes de León; I Certamen Coral del Barrio de Fingoi de Lugo; Jóvenes en Concierto de la Junta de Castilla y León; XVI y XVII Festival Internacional de Primavera de Salamanca; 12º Festival Vía Magna; Neue Musik an den Musikhochschulen der Schweiz en Zurich, Suiza.
Ha pronunciado dos conferencias en el Conservatorio Superior de Oviedo, la primera de las cuales tuvo por tema una visión general de su propia obra compositiva, mientras que la segunda, fue presentada bajo el título “ENDECHAS- Deconstrucción y análisis como principios compositivos”. Así mismo ha impartido un curso de análisis musical en el Conservatorio Profesional de León, titulado “La música desde los años 50 hasta nuestros días”.
Participa en la grabación del disco “Romances de Moro Qil”, con textos del poeta leonés Ángel Fierro y música de Julio Ferreras, como autor de los arreglos musicales y compositor de una serie de preludios instrumentales. También ha colaborado como compositor en la grabación de la trilogía de discos compactos “Cantos del alto Curueño”, “Cantos del alto Torío” y “Cantos del alto Bernesga”, los cuales forman parte de un proyecto que está dedicado a rescatar el folklore musical de la comarca de los Argüellos.
LA OBRA
“Pájaros en la Catedral de Salamanca” se encuentra recogida en el disco compacto recopilatorio del XVIII Festival de Música Española.
En palabras del propio compositor, la obra fue inspirada “... una mañana que caminaba junto a la catedral de Salamanca, era temprano y oía el canto de los pájaros…” Esas sensaciones son las que el compositor pretende transmitir en una pieza altamente descriptiva.
Para la realización del análisis, Jesús Ángel nos ha facilitado una copia de la partitura original manuscrita y un archivo del audio de una interpretación en directo, presumiblemente la misma que figura en el disco recopilatorio del XVIII Festival de Música Española.
“Pájaros en la Catedral de Salamanca” fue concluida en la ciudad de León, el 4 de mayo de 2005, para una plantilla de banda sinfónica con electroacústica opcional, que incluye tres flautas, tres clarinetes, dos oboes, dos trompetas, tres saxofones altos, tres trompas, un vibráfono, cuatro violoncellos y dos contrabajos. La pieza no presenta percusión de sonido indeterminado, caja, biombo, platos… Tiene una duración aproximada de 5 min. Y 51 seg.
La obra se ha escrito siguiendo los recursos compositivos de repetición y acumulación de estructuras de diferente longitud. Cada instrumento interpreta una serie de estructuras asumiendo el rol de un pájaro.
El compositor dota a cada “pájaro” de un patrón insistente y propio, cuyo resultado es la sensación de diferentes tipos o especies de pájaros cuyos cantos se entremezclan y se contestan, llegando a crear un aparente caos.
No existe sensación de compás, aunque para facilitar la interpretación, a veces, el compositor escribe un compás de 1/4.
Las vocalizaciones de las aves se refieren a los sonidos vocales que estos animales emiten, incluyendo tanto el canto como los reclamos. A un nivel no técnico, el canto son los sonidos que emiten las aves y que son melodiosos al oído humano.
La diferencia entre canto y reclamo es de alguna manera arbitraria. Los cantos son más largos y complejos y están asociados al cortejo y apareamiento, mientras los reclamos tienden a prestar función de alarma o para mantener junta a la bandada y en comunicación unos con otros.
El canto de un pájaro es único para cada especie, y está dotado de su propio ritmo, altura e inflexiones.
El órgano vocal en las aves es llamado siringe; es una estructura ósea en el extremo caudal de la tráquea vertebral, a diferencia de la laringe en el extremo craneal de la tráquea de los mamíferos.
La siringe y en ocasiones, un saco aéreo circundante resuenan a las vibraciones por medio de pasos membranosos por donde el ave fuerza el aire. Ésta controla el tono cambiando la tensión en las membranas y, controla tanto el tono como el volumen cambiando la fuerza de exhalación. Puede controlar ambos lados de la tráquea independientemente, de esta manera, algunas especies pueden producir dos notas a la vez.
Estas ideas básicas sobre la biología y el comportamiento de las aves ponen de manifiestas muchas de las características que presenta la obra del compositor Jesús Ángel Rodríguez Recio:
Atonalidad, tal y como es la naturaleza: atonal
Inestabilidad rítmica
Aumento progresivo en la densidad sonora
Tendencia al caos
Siguiendo la partitura, realizamos un recorrido analítico, a lo largo de “Pájaros en la Catedral de Salamanca”:
Al comenzar la obra (c. 1 de ensayo) entran los oboes y el clarinete II, cada uno ejecutando una melodía diferente y repetitiva. Para emular el sonido de los pájaros, el compositor recurre a recursos, tales como trinos, frullatos, dinámicas de cambio continuo, y ritmos abruptos e inesperados. En c. 2 se incorporan el clarinete III y las trompetas que tocan siempre con sordina. También hacen acto de presencia los contrabajos y el violoncello IV.
En c. 3 aparecen el contraste, se rompe la horizontalidad presente hasta el momento, incorporando notas largas de las flautas, clarinete I y vibráfono, que toca un trémolo con pedal. La sensación es de "pájaros en vuelo".
Dicha sensación desaparece paulatinamente para volver a una estructura horizontal en c. 4a;
c. 4b; c. 5a y c. 5b, en los que la densidad sonora aumenta considerablemente. Oboes, clarinetes y trompetas ejecutan un patrón continuo de semicorcheas, mientras que saxos, trompas y vibráfono, ejecutan notas largas, siendo sustituidos posteriormente por las cuerdas. Tanto en c. 5b, como en c. 2, ejecutan un mismo patrón, pero empezando cada instrumento en un lugar diferente.
En c. 6a, flautas y clarinete I, aparecen nuevamente, esta vez con patrones insistentes, y en
c. 6b, la cuerda ejecuta unos trémolos en piano que nos llevan a c. 7a, donde los saxofones tocan los patrones de c. 1, y las trompas los de c. 2, pero todo transportado a diferente altura.
Nuevamente aparece el trémolo de la cuerda que nos lleva a c. 8. La densidad disminuye y se oye el vibráfono en fortissimo e diminuendo sobre un fondo grabado de sonidos de pájaros reales.
Finalmente, unos glissandos de la cuerda preludian el final de la obra, en que los instrumentos aparecen de grave a agudo con el mismo patrón rítmico sobre diferentes alturas: negra, corcheas, tresillo, silencio cinquillo y fusas. Al llegar a las voces más agudas, flautas, éstas se alternan en un pulso de semicorcheas a modo de conversación, para terminar con una nota tenida del clarinete I.
Como se ha comentado, existen una serie de "puntos de corte" en la obra, que rompe con la horizontalidad predominante para dotar de cierto carácter vertical: por un lado, y en primer lugar, las notas largas que interpretan las voces agudas en c. 3; por otro, en c. 8 se produce por el silencio repentino de los vientos y la incorporación de la grabación. Son momentos en los que el compositor busca premeditadamente el contraste.
La resolución de la obra con el patrón rítmico, c. 9b, presenta unas características propias. Es la parte de la obra que posee más movimientos, tanto en registro desde las voces más graves a las más agudas como en dinámicas, ya que cada instrumento empieza tocando en forte y acaba en piano.
Al llegar a las flautas, se produce una reducción, un acortamiento del patrón hacia las semicorcheas, que dan esa sensación de contestaciones, saltos de pseudohoquetus que llevan inevitablemente a la extinción del sonido. Es como si el oyente se alejara de la catedral y el sonido le fuera llegando cada vez más lejano.
En conclusión, "Pájaros en la Catedral de Salamanca" es una pieza con una fuerte carga descriptiva, pero escrita bajo unas bases compositivas muy claras de repetición, acumulación y contraste.
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